viernes, 26 de julio de 2019

Carta a mi sistema nervioso

Me llamo Carmina Petit y durante más de setenta años he sufrido cómo mucha gente de mi entorno se refería a mis nervios y me hablaba de ellos como si yo no supiera de su existencia. 

Uy, te estás poniendo nerviosa. 

Mis nervios hacen que levante ligeramente el tono de voz cuando algo me pilla desprevenida: una bocina, una pregunta, una mosca… Mis nervios producen un espasmo en mi cuerpo ante la invasión inesperada de mi espacio vital; puede ser alguien que choca conmigo en el autobús o una simple cagada de pájaro. Las situaciones tensas me ponen tan nerviosa que es probable que acabe llorando y que durante un par de horas sea presa de una molesta flojera en las rodillas. A veces los nervios me han quitado el sueño. Los nervios me han quitado el hambre. Los nervios me han nublado el entendimiento y me han hecho actuar impulsivamente o tomar decisiones precipitadas. 

¿Cómo eres tan nerviosa? 

Pero son mis nervios los que me levantan todas las mañanas con energía y ganas de vivir la vida —mientras que muchos maldicen y agonizan entre las sábanas con los ojos cubiertos de legañas—. Mis nervios son un resorte que me dan una capacidad de reacción más rápida de lo habitual —a ver si se creen que los reflejos de gato no son cosa del sistema nervioso—. Y cuando lloro de nervios a los dos minutos estoy como una rosa, he liberado la tensión y puedo volver a pensar con claridad y buscar una solución al problema que sea. 

Deberías relajarte. 

Porque todo el mundo tiene nervios, estén más o menos afinados. Deberíamos aceptarlos como una condición y no como una debilidad o una demencia. Y, por supuesto, nada de que ponerse nervioso es cosa de mujeres. Que por lo general las mujeres exterioricen más sus emociones no significa que los hombres no las tengan, lo que pasa es que cada cual gestiona el estrés como puede: unos lloran y otros se emborrachan… Personalmente, prefiero ser vista como una reina del drama antes que tener la úlcera más grande del reino. 

Se ha puesto histérica… 

Me llamo Carmina Petit, soy nerviosa y me siento orgullosa. Y no pienso permitir que mis nervios sean algo por lo que recriminarme. Yo no le recrimino a nadie su pachorra, su abulia, su sangre de horchata, su falta de chispa, su aparente desgana ni su desidia. Y a todos aquellos que os dedicáis a demonizar los nervios ajenos, tengo un consejo que daros: reflexionad sobre vuestra necesidad de señalar con el dedo a los que expresamos nuestras emociones libremente y luego coged ese mismo dedo y metéoslo donde os quepa —al final han sido dos consejos. 

Hombre ya. 

A cuidarse.

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