domingo, 26 de julio de 2020

Invita la casa

Me gusta tomarme un cafetillo en el bar del mercado todos los martes cuando me acerco a comprar. Tiene el ambiente de los bares de antes y además el muchacho que lo lleva, Aimar, es la mar de majo. Pero como mi espalda ya no está para pasar mucho rato de pie o para los malditos taburetes, normalmente me siento en una de las mesas más cercanas a la puerta; tiene la ventaja de la luz y el airecillo que entra de la calle, tiene la desventaja de la tele. 

En esa tele vi, la semana pasada mientras me tomaba mi café, a la ex Miss España (que ahora también es presentadora) junto a una periodista y presentadora (que podría perfectamente haber ganado Miss España). Enviaban un mensaje dirigido a todas las mujeres que sufren violencia de género en sus hogares. Las animaban a denunciar. Las animaban a confiar en su entorno. Les decían que podían hacerlo, que siempre hay una oportunidad para empezar de nuevo. 
—¿Le pasa algo al café, Carmina? 
—¿Eh? —Aimar me apelaba preocupado desde detrás de la barra. 
—Es que me ha parecido que ponías caras raras al probarlo ¿me ha quedado flojo? 
—No, hijo —No digas nada, Carmina—. Es por ese anuncio —Hala, ya lo has dicho. 
—Ah, no lo he visto. Yo la pongo por los clientes pero la ignoro. 
Seguí con mi café cuando me pareció que al fondo se formaba cierto alboroto: susurros, risas contenidas… Eran los del dominó. Los conocía a todos desde niña, una de las ventajas de ser más vieja que las piedras. Me di la vuelta para observarlos fijamente. 
—Pero Carmina... con ese par de mujeronas guapas que salen ¿cómo no puede gustarte el anuncio?
Ricardo Matadepera, familia bien que se fue a la porra por el alcohol y el juego. Tres hermanos, al cual más mendrugo. Mi padre fue el único capaz de inculcarles un mínimo de educación, y porque al profesor Ramon Petit no le chistaban ni las moscas.

Mi silencio empezaba a suscitar cierto jolgorio entre sus lugartenientes del palillo en boca.
—Estos mensajes trasladan la responsabilidad a las mujeres maltratadas —dije convencida de que con todo ese coñac, seguro que él la espichaba antes que yo.
Las risas ya se hicieron públicas y notorias en todo el bar. Pero no podían durar demasiado porque están todos fatal de los bronquios.
—¿Y quién se atrevería a maltratarte a ti, Carmina, con esas hechuras de mula de carga?
—¡Señores! —Este era Aimar al otro lado de la barra.
Yo le hice un gesto con la mano: están hablando los mayores.

Me levanté y me acerqué hasta donde estaban ellos, lo suficiente como para distinguirlos, porque de lejos parecen un puñado de ratas almizcleras.
—¿Acaso no me estás maltratando tú ahora, Ricardo Matadepera, con tu ignorancia, tu vulgaridad y tu soberbia de macho venido a menos?
Ricardo dejó de reírse.
—En esa tele —retomé apuntando con dedo acusador— tendrían que salir un par de esos señores que tanto respeto os despiertan (Bertín Osborne, Carlos Herrera, José Manuel Soto…) diciendo las cosas como son: que si pegas a tu mujer, eres un maltratador, que si insultas a tu mujer, eres un maltratador y que si coartas la libertad de tu mujer, eres un maltratador. Y así los maltratadores se sentirían por fin aludidos y los malos aprendices, como tú y tus discípulos, os limitaríais al dominó que es lo único que sabéis hacer sin que se os descontrole la próstata.
Me volví hacia Aimar y abrí mi monedero para pagarle.
«Invita la casa» me susurró.

A cuidarse.

4 comentarios:

  1. Todo mi apoyo a Carmina Petit. Alguien tiene que decir estas cosas.

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  2. Elena, qué pena que cuando alguien las dice tenga que sentirse tan solo. Algunas campañas contra la violencia de género son, además de "paripés" inútiles, de vergüenza ajena.
    Gracias por comentar!

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  3. Discrepo parcialmente.

    Estoy de acuerdo en todo lo que les suelta Carmina a los del dominó, pero el anuncio me parece aún necesario en 2020. Aún hay mujeres que sufren el maltrato en soledad, por variedad de razones sociales, culturales, etc., y que no se atreven a compartir su situación y por tanto denunciarla.

    No soy ningún experto en el tema, pero creo que la mayoría de los asesinatos donde la noticia no incluye "la víctima ya había denunciado..." van por ahí, al menos en parte. No me creo que el *primer* acto de violencia sea el asesinato.

    Besos.
    Y recuerdos a Carmina.

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  4. Iván, entiendo lo que dices. Y entiendo que las autoridades y organismos tengan que repetirlo las veces que haga falta. Pero yo creo que la mayoría de mujeres que no denuncia no es porque no sepan que pueden o deben si no por otros motivos: no se sienten apoyadas por su familia o su entorno o son económicamente dependientes y no saben cómo montárselo, o están hasta las narices de ver cómo acaban muchas de las que SÍ denunciaron... pero lo que más me molesta es que el mensaje ejerce una presión inhumana sobre esas pobres mujeres y por boca de otras mujeres que aparentemente no sufren ninguna de sus penurias. Empatía "por los cojones".

    Un abrazo.

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